miércoles, 14 de octubre de 2015

Las rutinas hacen feliz a tu bebé

Tu hijo ya es capaz de aprender a base de actos repetitivos, duerme más horas seguidas, come más y no reclama la toma siguiente con tanta urgencia. Estos avances te indican que puedes empezar a instaurar unas rutinas en su vida.

Todo son ventajas
A partir de los seis meses de edad las rutinas constituyen un pilar imprescindible para los aprendizajes y la educación del bebé porque:

  • Suponen el principio del orden y de los límites.
  • Proporcionan al pequeño estabilidad emocional y organización mental.
  • Le dan seguridad y autoconfianza.
  • Le atenúan gran parte de la angustia que siente al separarse de su madre.
  • Le ayudan a entrenar su memoria y a anticiparse a lo que va a ocurrir.
  • Le enseñan a ser constantes y a seguir unas pautas de conducta desde muy pequeñitos (básico para sus aprendizajes posteriores).
  • Facilitan la convivencia, previenen problemas de conducta y evitan discusiones familiares.


Todo esto le hace sentirse más cómodo en su ambiente, por lo que come mejor, está más contento y se muestra más receptivo. Por eso, los padres deben ser muy constantes con las rutinas a partir de los seis meses y de forma paulatina, porque a mayor constancia, mayor capacidad del pequeño para asimilarlas y aprenderlas.

El baño: por la noche, antes de acostarle
El contacto con el agua tibia le relajará y le ayudará a descansar mejor porque les recuerda a su vida intrauterina. Además, mentalmente acabará relacionando el baño con que ha llegado la hora de dormir y todo su organismo se predispondrá para conciliar el sueño enseguida.

Las comidas: horarios estables
Fijar un horario de comidas resulta imprescindible para que el estómago de tu hijo se habitúe a trabajar en unos momentos concretos del día y así, cuando estos lleguen, tu pequeño sienta hambre. De este modo, y sin dejarle picar a deshoras, te aseguras de que comerá con apetito.

Es recomendable que le des de comer siempre en la misma habitación y con sus cubiertos. Así irá descubriendo que el acto de comer es muy importante y no puede hacerse de cualquier manera.

El sueño: menos por el día y más por la noche
Para lograr que el bebé se adapte a tu horario, deja que duerma las siestas en la carreola, con la ropa de calle y en un cuarto en el que haya claridad y lleguen los ruidos de la casa. Por la noche acuéstalo en su cuna, con la pijama puesta, a oscuras y en silencio.

También da muy buen resultado que por la noche le pongas siempre la misma melodía y le des su "muñeco de dormir". Pero ojo. Para que estos elementos no pierdan su poder somnífero debes reservárselos única y exclusivamente para la noche.

De paseo: uno por la mañana y otro por la tarde
Esto es lo ideal y, a ser posible, por una zona alejada del tráfico.
La salida de por la mañana que sea antes de comer, porque está estudiado que los paseos al aire libre, aunque el niño vaya en el carrito y no haga ejercicio físico, abren el apetito (seguramente por la mayor oxigenación).


El paseo de la tarde déjalo para después de la merienda. El traqueteo ligero y constante de la sillita le ayudará a digerir mejor lo que haya tomado.