viernes, 2 de mayo de 2014

El sueño es alimento para el bebé, ¡Conoce sus etapas!

Los recién nacidos no duermen de un tirón porque necesitan despertarse cada dos o tres horas para comer. A partir del tercer mes, las horas de sueño se alargan y entonces podemos enseñarles a dormir, pero eso depende de nosotros como papás.

¡Qué delicia! Cuando un bebé duerme tranquilamente, inunda de paz y ternura a todo el que lo observa. Y más a papá y mamá, que pueden pasarse horas y horas mirando, sintiendo y respirando la felicidad que irradia su hijo. Sin embargo, llegar a ese punto no siempre es fácil. A veces, el bebé no quiere (o no puede) dormirse y sus padres se desesperan. De hecho, durante el primer año, se ha calculado que los somnolientos papás pueden llegar a perder entre 400 y 700 horas de sueño. Pero no todo son malas noticias: desde muy pequeñitos se les puede ayudar a ser grandes dormilones aplicando unas rutinas básicas antes y durante el sueño. Así, los niños se beneficiarán de la función reparadora del descanso, que mejora las defensas del organismo, y los mayores también tendrán dulces sueños. Para ello, hay que conocer las dos etapas de sueño por las que pasará nuestro hijo durante sus primeros doce meses de vida.
PRIMERA ETAPA
El recién nacido duerme unas dieciséis horas diarias, pero, claro está, no ininterrumpidas. En esta primera fase, que se prolonga hasta los tres meses, sus despertares y sueños están relacionados muy directamente con sus tomas de alimentos. Es decir, la alimentación del bebé hace que los períodos de sueño ocurran aproximadamente cada tres horas: se despiertan cuando tienen hambre y permanecen así alrededor de una hora en la que se dedican, sobre todo, a tomar pecho. Poco a poco este tiempo se va incrementando, hasta que cumplen los tres meses y pueden permanecer hasta tres o cuatro horas despiertos tras comer.
En esta primera etapa no nos queda más remedio que tener paciencia: lo máximo que suele dormir un bebé de forma ininterrumpida son cinco horas por las noches. Sin embargo, también es cierto que las despertadas suelen ser breves.
SEGUNDA ETAPA
A partir de los tres meses dormirá un poco menos: unas 13 horas diarias. Además, los agotados padres notarán algunos cambios más: la facilidad que tenía hasta ahora para dormirse puede verse alterada. Quiere relacionarse con su entorno y dormido intuye que es imposible. Por lo general, ya va sincronizando sus ritmos de sueño de una forma menos agotadora. Es decir, se mantiene despierto durante gran parte del día. Le basta una siesta por la mañana, otra por la tarde y, ¡por fin!, un largo sueño durante la noche. Llegará a dormir una media de ocho horas seguidas hacia los cinco meses. Esta regla no es general: hay muchos bebés que a los tres meses ya son capaces de dormir incluso 12 horas seguidas por la noche.
¿Influye su carácter en las horas de sueño?

Además de todo lo anterior, papá y mamá cuentan con un factor muy variable del que dependerá, en gran medida, que su bebé sea un gran dormilón o no: su carácter. No es difícil adivinar que los niños de temperamento fácil son más adaptables y regulares que los que tienen un carácter más exigente. Mientras que un bebé tranquilo no necesitará rutinas muy estrictas para dormir de un tirón toda la noche, los pequeños con temperamento más fuerte (por llamarlo de alguna manera) seguramente no se dormirán con tanta facilidad. Además, probablemente reaccionarán de forma negativa a ritmos cambiantes o irregulares de alimentación y sueño. Por eso, y por si todavía no sabemos exactamente cuál es el carácter de nuestro hijo, prevenir siempre es una buena opción.

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