lunes, 30 de junio de 2014

Cómo proteger del sol al bebé

Aunque no haga mucho calor, la alberca siempre es un imán para los niños. En ella saltan, bucean, salpican... y, sobre todo, juegan. Toma buena nota de las recomendaciones básicas para tomar el sol. Y después: ¡al agua, patos!

Proteger la piel
Los bebés no deben exponerse al sol antes de los seis meses, ni tampoco aplicarles ningún tipo de crema solar. Lo mejor es mantenerlos a la sombra y protegerlos vistiéndoles con una camiseta de algodón fino y una gorra. De hecho algunas firmas de ropa han sacado al mercado prendas que no filtra los rayos nocivos del sol. Si desde pequeñitos los protegemos correctamente, se reduce el riesgo de que padezcan enfermedades cutáneas muy serias cuando sean adultos.
Para los demás miembros de la familia la exposición al sol ha de ser paulatina, evitando las horas centrales del día en las que los rayos solares inciden con más fuerza. Durante el verano hay que procurar estar a la sombra entre las 12.00 hasta las 17.00.
Las cremas solares deben aplicarse media hora antes de estar en la alberca y volver a ponerla después de cada salida o cada dos o tres horas.
El índice de fotoprotección nunca debe estar por debajo de 15 y en el caso de los niños usar siempre un SPF 50+ y que sea resistente al agua (los pequeños pasan mucho tiempo chapoteando y las gotitas de agua actúan como lupas, quemando la piel con más facilidad).

Proteger los ojos
No hay que olvidar que los ojos también reciben el impacto del sol. De hecho los rayos que se reflejan en el agua nos llegan con más intensidad (lo mismo sucede con la arena de la playa). Llevar lentes de sol oscuras, con filtro para rayos UV, protege la delicada piel que rodea los ojos y previene el desarrollo precoz de cataratas.
Para los niños también existen modelos adaptados para que no se les caigan y no les molesten. Acude a tu óptica de confianza y ellos te aconsejarán cual es la mejor para tu pequeño.

Protegerse desde dentro
Una correcta hidratación reduce la respuesta inflamatoria de la piel frente a los rayos ultravioleta, además de protegernos de los golpes de calor. Hay que beber agua o jugos con frecuencia.
La alimentación también juega su papel en esto del bronceado. Los alimentos ricos en carotenos estimulan la producción de melanina y los que contienen vitamina B y E evitan la deshidratación y la descamación. La combinación de vitamina C y E también aumenta el efecto fotoprotector.

¡Ojo las embarazadas!
Durante el embarazo, las hormonas lo revolucionan todo y también la piel. Se vuelve fotosensible, es decir, que se vuelve más sensible a la acción de los rayos del sol. Por eso es tan fácil que aparezcan manchas en la piel, si no tomas precauciones. Si es tu caso, usa las cremas adecuadas y sobre todo toma el sol con moderación.

viernes, 20 de junio de 2014

Cómo elegir el curso de verano ideal para los niños

El curso de verano ideal para cada niño depende de la edad del niño, sus aficiones, su personalidad, el plan que tenga toda la familia para los meses de vacaciones… Pero sí hay detalles importantes en los que hay que fijarse para elegir correctamente.
 
Cada niño necesita un curso distinto
En primer lugar, para el curso de verano ten en cuenta los intereses de tu hijo: ¿Le gusta la naturaleza o prefiere el arte? ¿Necesita mucha actividad física o le llaman más la atención los planes más tranquilos? ¿Se siente cómodo en grandes grupos o disfruta más en un grupo reducido?
Es importante involucrar al niño en la decisión. Pregúntale qué le gustaría, revisen juntos las páginas web de los campamentos, etc.
Preguntas clave para elegir el campamento
Hacerse estas preguntas nos ayuda, como padres, a elegir el mejor curso de verano para los niños:
  1. ¿Qué tipo de ubicación me interesa? (por ejemplo, fuera de la ciudad, cerca de nuestro hogar o lugar de trabajo, etc.)
  2. ¿Cumple la normativa? Registro, titulación de los monitores, número de monitores por niño, seguros, servicios sanitarios, medidas de seguridad…
  3. ¿Quiero un curso tradicional que ofrezca una variedad de experiencias para mi hijo o prefiero un campamento especializado que se enfoque en ciertas actividades o le enseñe ciertas destrezas?
  4. ¿Qué tamaño quiero que tenga el curso de verano?
  5. ¿Quiero que el programa sea muy estructurado o es mejor que mi hijo tenga muchas opciones de actividades?
  6. ¿Está listo mi hijo para dormir fuera de la casa unos días o es mejor que vaya a un campamento de día?
  7. ¿Cuánto quiero que dure el campamento? ¿Una semana? ¿Quince días?
  8. ¿Cómo puedo mantener el contacto con mi hijo cuando esté en el curso?
  9. ¿El lugar permite que los niños reciban correo, llamadas telefónicas o correo electrónico? ¿Hay días de visita para las familias?
  10. ¿Está adaptado a las necesidades físicas o a la dieta especial de mi hijo?
  11. ¿Cuánto puedo pagar por el curso de verano? 
Una vez que juntos hayan tomado la decisión para pasar estos días de vacaciones, recuerden que también la elección de un calzado adecuado es clave para pasar bien estos días. Ya sea zapato cerrado, sandalias, deportivo o incluso uno tipo ortopédico podrás encontrarlo y seleccionarlo dentro de nuestro sistema Calce Ideal que Sandy tiene para tus hijos. ¡A disfrutar este verano!

viernes, 6 de junio de 2014

Cuatro actividades cuando dejan de ser niños chiquitos

A los dos años, se comienza a tener lugar algunas manifestaciones muy particulares que indican que el niño chiquito está dejando de serlo: nuevas habilidades (hablar  fluidamente, caminar con soltura), una marcada evolución en sus afectos (es más independiente) y, de forma especialmente llamativa, gustos e intereses que antes no tenía y a los que el pequeño se entrega con todas sus ganas. Veamos algunos de ellos.
Correr
A esta edad sucede algo importante: los pequeños se bajan de nuestros brazos y salen corriendo como balas en cualquier dirección. Y si bien nuestra espalda encuentra su merecido descanso, nuestra vista (para vigilar que no haya ningún peligro cerca), nuestra voz (para gritar su nombre antes de que llegue al cruce) y nuestras piernas se ponen a funcionar a toda máquina para evitar que el improvisado atleta se aleje más de la cuenta.
Por seguridad, es importante negociar con el niño en qué situaciones puede correr y en cuáles ha de ir de la mano. Y, también por prevenir, no está de más llevar en el bolso o la cartera unas toallitas antisépticas y extremar la vigilancia en sitios potencialmente peligrosos (estando cerca de una alberca, por ejemplo). Por lo demás, correr es una de las actividades más gratificantes a estas edades (forma parte de muchos de sus juegos) y, como dice la sabiduría popular, «les desfoga» que da gusto, así que... ¡a correr!
Correr es algo más que una diversión: se trata de la evolución natural de la habilidad de andar. Antes de las primeras carreras, el pequeño tiene que saber caminar sin ayuda.
Imitar
Mediante el juego o de forma natural y espontánea, al imitar gestos, sonidos y palabras, el niño adquiere no solo la capacidad de pronunciarlas, también va comprendiendo su significado (asociando las palabras a los contextos en los que se dicen). Por eso, y hasta tener bien dominada la técnica, no es extraño que nuestro «lorito» suelte alguna que otra expresión graciosa, acompañándola también de gestos de mamá o papá.
A esta edad también comienza el llamado juego simbólico (jugar a cuidar un bebé, a convertir una pieza de madera en un coche o a disfrazarse de perrito, de princesa...) que implica la capacidad del niño de recrear aquello que no tiene delante. Además, el juego simbólico está íntimamente ligado a la capacidad de imitar las relaciones y los objetos que el pequeño tiene a su alrededor y que ya ha ido interiorizando poco a poco.
Construir
No es que nuestro hijo haya perdido el gusto por destrozar todo lo que cae en sus manos, lo que sucede es que, a partir de los dos años, podemos decir con alivio que además de aplastar, tirar, romper y estirar, comienza a mostrar interés por construir, crear, juntar y levantar.
Se están poniendo en marcha nuevas capacidades cognitivas (empezar a distinguir tamaños y formas o a unir varias partes para conseguir un todo) y también capacidades motoras (mejor coordinación mano-ojo o mejor motricidad fina).
Por otro lado, para el desarrollo de estas actividades también es necesaria una capacidad de mantener la atención que hasta ahora no tenía: de hecho, ya es capaz de pasarse un buen rato intentando levantar una torre o buscando dónde encaja una pieza en un agujero.
Ensuciarse
Repitámoslo como un mantra: «ensuciarse es bueno y sano»... y, por más que a nuestro lado más obsesivo le cueste admitirlo, lo cierto es que es importante permitir un cierto grado de manchas infantiles. El gusto por impregnarse (literalmente) de la realidad no solo no se pierde según avanzan hacia los tres años, sino que se acentúa: la comida, el barro (¡ahora que se puede jugar al aire libre!), las pinturas (cuanto más líquida la textura, mejor) y los fluidos corporales (mocos, babas, etc.) pasan a ser «muestras de laboratorio» dignas del estudio más exhaustivo por parte de nuestros pequeños, plenamente conscientes ahora de que su mundo está lleno de cosas maravillosas por descubrir.


Es en esta etapa del crecimiento que Sandy Joy será su mejor amigo durante el aprendizaje de nuevas habilidades, para que mientras el pequeño está entretenido durante el juego, sus pies permanezcan seguros, cómodos y con mucho estilo.