Aunque
no haga mucho calor, la alberca siempre es un imán para los niños. En ella
saltan, bucean, salpican... y, sobre todo, juegan. Toma buena nota de las
recomendaciones básicas para tomar el sol. Y después: ¡al agua, patos!
Proteger la piel
Los bebés no deben exponerse al sol antes de los seis meses, ni tampoco aplicarles ningún tipo de crema solar.
Lo mejor es mantenerlos a la sombra y protegerlos vistiéndoles con una camiseta
de algodón fino y una gorra. De hecho algunas firmas de ropa han sacado al
mercado prendas que no filtra los rayos nocivos del sol. Si desde pequeñitos los
protegemos correctamente, se reduce el riesgo de que padezcan enfermedades
cutáneas muy serias cuando sean adultos.
Para los demás
miembros de la familia la exposición al sol ha de ser paulatina, evitando las
horas centrales del día en las que los rayos solares inciden con más fuerza. Durante
el verano hay que procurar estar a la sombra entre las 12.00 hasta las 17.00.
Las cremas solares deben aplicarse media hora antes de estar en la
alberca y volver a ponerla después de
cada salida o cada dos o tres horas.
El índice de fotoprotección nunca debe
estar por debajo de 15 y en el caso de los niños usar siempre un SPF 50+ y que
sea resistente al agua (los pequeños pasan mucho tiempo chapoteando y las
gotitas de agua actúan como lupas, quemando la piel con más facilidad).
Proteger los ojos
No hay que olvidar que los ojos también reciben el impacto del sol. De hecho los rayos que se reflejan en el agua nos
llegan con más intensidad (lo mismo sucede con la arena de la playa). Llevar lentes
de sol oscuras, con filtro para rayos UV, protege la delicada piel que rodea
los ojos y previene el desarrollo precoz de cataratas.
Para los niños
también existen modelos adaptados para que no se les caigan y no les molesten.
Acude a tu óptica de confianza y ellos te aconsejarán cual es la mejor para tu
pequeño.
Protegerse desde dentro
Una correcta hidratación
reduce la respuesta inflamatoria de la piel frente a los rayos ultravioleta,
además de protegernos de los golpes de calor. Hay que beber agua o jugos con frecuencia.
La alimentación
también juega su papel en esto del bronceado. Los alimentos ricos en carotenos estimulan la producción de melanina y
los que contienen vitamina B y E evitan la deshidratación y la descamación. La
combinación de vitamina C y E también aumenta el efecto fotoprotector.
¡Ojo las embarazadas!
Durante
el embarazo, las hormonas lo revolucionan todo y también la piel. Se vuelve
fotosensible, es decir, que se vuelve
más sensible a la acción de los rayos del sol. Por eso es tan fácil que
aparezcan manchas en la piel, si no tomas precauciones. Si es tu caso, usa las
cremas adecuadas y sobre todo toma el sol con moderación.
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