lunes, 20 de octubre de 2014

Sobreproteger al niño: errores frecuentes

Los padres tratamos a nuestros hijos como si fueran débiles, pero en realidad son mucho más fuertes de lo que parecen. Muchas veces tenemos miedo de que, en su afán por explorar el mundo, se hagan daño.

Con un año, los pequeños empiezan a ser independientes y a investigar todo lo que les rodea: tocan, chupan y huelen cualquier objeto que se encuentran. Los padres pensamos que su comportamiento es peligroso y, a veces, sobreprotegemos a los niños pensando que así estarán mejor cuidados. ¡Evita cometer estos errores y deja que tu pequeño disfrute con sus descubrimientos!

Higiene: ¿baño todos los días?
            Error: La higiene es importante, pero no hay que caer en la obsesión. Para muchos, el baño diario forma parte del ritual de irse a dormir y es su ratito de relajación y juego con sus padres. En ese caso debemos mantenerlo.
            Un niño de un año, a no ser que venga del parque lleno en arena, no necesita ir a la regadera a diario. Mientras esté limpio tras los cambios de pañal y se lave bien las manos antes de comer y al irse a dormir, el baño puede alternarse como mejor convenga.

Abrigarle mucho
            Error: Es uno de los errores que los padres comentemos con más frecuencia, sobre todo por miedo a que se resfríen. Los pediatras lo dejan muy claro: un catarro se coge por contagio, no por pasar frío. Cuando un bebé se desarropa durmiendo es porque tiene calor.

Correr a levantarle si se cae
            Error: Los padres nos angustiamos cuando vemos a nuestro pequeño caerse al suelo. Es normal que queramos proteger a nuestro hijo y que tengamos miedo a que se haga daño. Pero no hay que sobreproteger al bebé ni limitar su campo de actuación.
Los niños necesitan que estemos alerta, pero sin ponerle límites a todo lo que vayan a hacer. Es mejor que sientan que se valen por su cuenta y que no tengan la sensación constante de que todo lo que van a hacer es peligroso.

Usar cualquier medio para que coman
            Error: Esta etapa suele coincidir con la introducción de una dieta más variada y con alimentos menos triturados y a la mayoría les cuesta un poquito acostumbrarse. Por eso, muchos padres se agobian porque su bebé, que hasta ahora era un glotón, en unas semanas "ha dejado de comer".
            Los niños saben lo que tienen que comer y cuánta cantidad, y si mantienen la actividad propia de esta edad y están alegres significa que están sanos y no les hace falta comer más.
            A partir de los doce meses los niños comen menos porque crecen a un ritmo mucho más lento que cuando eran lactantes y sus necesidades nutricionales también son menores.

No llevarlo a la guardería por miedo a que enferme
            Error: Cuando un niño va a la guardería, es porque sus padres trabajan y no pueden tenerlo en casa. También pueden contratar a una niñera o cuidarlo los abuelos para que, al no ir a la guardería, estén a salvo de contagios y enfermedades. Llevarlo a la guardería tiene el riesgo más que probable de que se pongan malitos con mucha más frecuencia, sobre todo el primer año. Pero no nos engañemos: quedándose en casa también se ponen malos.
            No es aconsejable mantener al niño dentro de una burbuja de cristal para evitarle enfermedades e infecciones que son absolutamente normales a su edad y van fortaleciendo su sistema inmunitario.
         Al retrasar su incorporación al mundo real, los pequeños no mantienen contacto con otros niños y, por tanto, retrasamos su socialización.

Dejarle en casa cuando salimos
Error: Desde que el bebé nace es mucho más difícil hacer cosas que antes nos parecían normales, como salir a comer o quedar con los amigos para tomar un café. Los primeros meses estamos sujetos más que nunca a sus horarios de comida y sueño, pero con un año ya podemos llevar al pequeño con nosotros. Algunos niños necesitarán que les llevemos la comida preparada de casa, que nos pueden calentar sin problemas en cualquier restaurante, pero muchos otros ya podrán comer lo que ofrece la carta. Eso sí, asegúrate de que en el establecimiento no se fuma y no hay un ambiente demasiado ruidoso para que el niño no se ponga nervioso

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